Llevo más de 15 años trabajando la lecto-escritura con alumnos de 1º y 2º de primaria, y cada día me llevo más sorpresas. Cuando trabajamos desde la escuela para mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos, también lo hacemos para mejorar la sociedad, formando alumnos íntegros.
Pero con los años y el trabajo realizado en las aulas y los centros, me doy cuenta que la sociedad, los agentes externos a ella, los medios de comunicación son más fuertes que nosotros en la mayoría de los casos.
Ayer realizando una actividad de escritura creativa, para elaborar oraciones con el vocabulario que conocen y que vamos incorporando, observé algo que me impacto y me hizo reflexionar.
En primer lugar, el libro que utilizamos como apoyo a la lectura tenia unos textos poco o nada adaptados respecto a la igualdad de sexos se refiere. Mostrando a la mujer como una ama de casa planchando mientras el hombre era un explorador. Eso no me llamó mucho la atención y me sorprendió que el material impreso de las editoriales no cambie con los años. Seguimos con los mismos roles sociales que hace décadas, no tan generalizados y marcados, pero si casi iguales manteniendo a la mujer y al hombre donde siempre estuvieron.
Quizás, deberíamos de analizar más el material que tenemos o adquirimos, y en esto me incluyo yo, que después de tantos años en este mundo de la educación todavía las editoriales siguen sin darle la atención que se merecen estos temas entrados en el SXXI.
Pero lo realmente importante me vino de golpe, cuando corregía los trabajos de mis alumnos y me empecé a dar cuenta que ellos también realizaban esta reproducción de roles en la elaboración de sus oraciones, con dos palabras en cada una de ellas que ellos mismos elegían. Empecé a observar en sus producciones que las mujeres hacían unas cosas concretas y los hombres otras específicas, dando una fiel visión de sus padres y madres.
Os dejo un ejemplo para que lo podáis ver y para que desde las escuelas, desde la práctica docente, no sólo dediquemos tiempo para la corrección ortográfica o de contenido, si no también de sentido e impacto social. Ver los valores que hay, que creemos que trasmitimos, pero que a la práctica seguimos igual, sin cambios significativos.
Sé que estamos solos, porque la sociedad, los medios de comunicación, las familias y otros tantos agentes externos a la escuela son más fuertes que nosotros. Algo habrá que hacer para que de verdad esto cambie, porque sino estamos mal.